Hola.
No sé muy bien cómo empezar todo
esto, la verdad. Aunque supongo que así lo estoy empezando y estoy mintiendo al
decir que no sé cómo empezar. Pero esto solo son más que frases sin sentido
para llenar espacio y empezar esta carta que quizá, cuando la haya acabado,
nunca llegues a leer.
Supongo que nunca he sido de las
que llegan a la hora adecuada. O llego demasiado pronto o demasiado tarde.
Recuerdo que fue demasiado pronto la primera vez que te dije ‘te quiero’. Quizá
fue todo un poco arriesgado y no te lo esperabas. Pero era lo que sentía.
También fue demasiado pronto decirte ‘adiós’ para siempre. Porque yo nunca
quise decírtelo. No sé cómo lo hice. Supongo que pensé que estarías mejor sin
mí, que solo hacía que arruinarte la vida y joderte los días (como con todo el
mundo, pero tú eras diferente, a ti te quería de verdad). Decidí por ti. Tenías
que alejarme de tu vida y no quisiste, por eso lo hice yo. Era necesario. O eso
creía.
Desde aquello no ha habido día
que no me haya acordado de ti. De tu sonrisa un poco ladeada, de tus lunares en
las clavículas (como me gusta(ba)n), de las cosquillas que me hacían, de tus
labios (¡qué bien sabían!) y un largo etcétera. Me he pasado los días simulando
ser fuerte y haberte olvidado y las noches derrumbada llorando, echándote de
menos, sintiéndome perdida sin ti. Pero fue lo que escogí yo.
Como decía al principio de esto,
nunca he sido de las que llegan puntuales. Sé que es demasiado tarde. Sé que
has rehecho tu vida: te vi la semana pasada con una chica y se me partió el
corazón (sí, es posible tenerlo más roto aún). Por ese motivo te estoy
escribiendo. Sentí que me moría cuando te vi con aquella chica besándote como
hacías conmigo. Me di cuenta, entonces, de que nunca saldría de todo esto: mi
vida sin ti no tiene sentido. Sé que llego tarde y que tú ya me has olvidado. Pero
mejor tarde que nunca, ¿no? Nunca he sido de las que piden perdón, ya sabes lo orgullosa
que soy. Pues ahí va. Perdón. Perdón por todo lo que hice mal, por haberte
dejado cuando prometí no hacerlo nunca, por haberte roto, perdón un millón de
veces, no sabes lo mal que me sentí entonces.
Espero no molestarte mucho, lo
siento, de verdad.
Te quiero una y mil millones de
veces más, nunca he dejado de hacerlo.
¿Es demasiado tarde para volver a empezar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario