Me
sentía perdida e indefensa frente a toda esa multitud. Todo el mundo parecía tener
claro el papel que tenía que interpretar, las palabras que debía decir en cada momento
y lo que tenía que hacer siempre. Mientras yo estaba sentada en medio, sin
saber nada, no me había aprendido el guión y luego lo había perdido. Parecía una
niña pequeña que no entiende nada. Una pequeña mariposa indefensa en las redes
de una gran araña, Sociedad. Me estaba quieta, ahí, sin hacer absolutamente nada,
no sabía qué me tocaba hacer, adónde tenía que ir o lo que era adecuado que dijera
en ese momento. Así que decidí sentarme a esperar. Mis esperanzas se sustentaban
en la idea de que un milagro sucediera y mi guión volviera volando con el aire
y cayera del cielo.
No
encontraba las baldosas amarillas hacia Oz, aunque tampoco tenía los zapatos
rojos de Dorothy.
No
estaba el conejo blanco para ayudarme y guiarme, aunque tampoco era Alicia.
De todas maneras, las mariposas siempre son más bonitas que las arañas.
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