El fuerte viento hace ruido, diciéndote que te calles. Ya
has dicho suficiente, no digas más. Tendrías que
haber parado antes, el viento te ha estado avisando con un susurro silencioso
que no entendías (o no querías entender). Pero ha tenido que gritarte para que
te dieras cuenta. Ha tenido que llevarse esas pesadas palabras consigo, como
siempre hace. Se alimenta de viejas y nuevas palabras, se las lleva lejos,
dejando el olvido de ellas tras su paso. Vaciando las conversaciones que se
producen a su alrededor, dejándolas en nada. El viento arrasa con todo lo que dices,
se lo lleva, lo envuelve entre millones de palabras más que tiene. Y acaban
perdidas en una red inentendible de palabras y viento. Y siempre así ha sido y siempre
así será. Porque el viento nunca muere.
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