sábado, 22 de noviembre de 2014

Yo, sujeto, predicado.


Tengo siete brazos y todos te señalan a ti como norte, cuando yo solo te veo el sur.

Rompo con las olas barcos de papel, sueños de niños pequeños, viajes ineternos.
Corto todos los índices que me señalan y callan y se tapan la cara.
Abrazo a la Muerte desde que el hueco de la cama parece el Ártico.
Arrojo la llave de tu jaula al río, y me río.
Escondo tus cartas bajo la cama, para que se las coman los monstruos.
Hielo corazones mejor que los propios inviernos y estos me persiguen para matarme.
Respondo a todo con el dedo anular de mi mano derecha.
Mato las hojas que no van a caer a mis pies.
Arrojo a los mírame-y-aprende al pozo sin salida del que salí.
Cierro y abro puertas para salir por las ventanas que no hay en las paredes de ningún sitio.
Reivindico por el derecho a ser.

Tengo siete brazos pero ahora todos me señalan a mí como único punto cardinal.

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