sábado, 25 de abril de 2015

Abril.


Su media melena azabache se dejaba caer, como quien no quiere la cosa, hasta sus hombros, chocando con estos, como las olas azotan las rocas. Su oscuro flequillo caía recto hacia abajo, antesala de la octava maravilla que eran sus ojos.
Dos ventanas al mar se abrían en mitad de su nevado rostro y parecía no ser consciente de ello. Si te fijabas, podías llegar a percibir el movimiento incesante de las olas, su eterno vaivén. También podías llegar a ver gaviotas volando a sus anchas, cangrejos bailando en la arena y algún que otro turista que había preferido la playa a la piscina abarrotada de su hotel.
Las olas de sus ojos seguían el ritmo marcado por sus pestañas, mojando la arena cada vez que el párpado bajaba, y alejándose de los atrevidos que tomaban el sol a las doce del mediodía, cada vez que el párpado subía.
Millones de pecas bailaban en sus mejillas al son de su parpadeo, tropezando unas con otras, equivocándose de pareja, pisándose. Algunas, atrevidas ellas, se divertían huyendo de la pista de baile que les había sido otorgada, escapándose, llegando a todos los rincones de su cara. ¡Qué desobedientes podían llegar a ser unas pecas! ¡Pero qué caos, qué desorden, qué descontrol!
Una sonrisa indescriptible se abría paso entre sus rosados labios, dando lugar a unos hoyuelos, en los que acababan resbalando algunas de sus pecas bailarinas. Pero las que caían no tenían motivos para quejarse: era un buen lugar para descansar, con sombra y una ligera brisa, con el sonido del mar de fondo.
Sus uñas eran pétalos de flores que adornaban las ramas que eran sus dedos.
Le gustaba bailar bajo la lluvia, sin saber que la llevaba consigo allá donde fuera.
Era un huracán de emociones que nunca estaba quieto, siempre encontraba alguna persona a la que arrollar con sus risas escandalosas y su sorprendente espontaneidad.
Era capaz de eso y de mucho más.
Era mágica.
Era Magia.
Pero se llamaba Abril y hacía de todos los meses primavera.
Era una niña en el cuerpo de una mujer. O quizá era al revés. Han llovido tantas otras desde entonces…su recuerdo se lo ha ido llevando el viento, junto con todas aquellas palabras que me dedicó e hicieron eco en mí.

6 comentarios:

  1. Que hermoso relato :)
    Un beso grande!!

    bonjoursamy.blogspot.com

    ResponderEliminar
  2. Acabo de dar con tu blog y me ha parecido una auténtica pasada, tanto que he tenido que leer casi todas las entradas de estos últimos dos años. Epitafio pueril y esta son mis entradas favoritas.

    No hay negación posible al decir que escribes maravillosamente. Si Neruda levantase la cabeza estoy seguro de que estaría orgulloso de gente así.

    Un abrazo muy grande y ojalá escribas pronto.

    ¡Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Qué casualidad!, porque esas dos también son de mis favoritas. ¡Muchas gracias por tu comentario! Un beso.

      Eliminar