martes, 2 de junio de 2015

Hasta que las puertas nos separen.


Tomas la puerta por el pomo y ya sé qué significa todo lo que ha pasado estos últimos meses. Soy capaz de ver en tus ojos ennegrecidos el oscuro desprecio paseándose por tus pestañas. Todo parece encajar, por fin.
Ninguno de nuestros sueños (míos) se enreda ya entre tu  pelo grisáceo: ahora yacen en el suelo, heridos, después del salto mortal.
Recuerdo el día que me dijiste que todo eso de hasta que la Muerte nos separe no eran más que tonterías para hacer creer a los vivos que la Libertad les esperaba fuera del cementerio, que los muertos estaban muertos y que la Muerte ya había firmado los papeles del divorcio.
Cuando en realidad no era así: la Muerte era el puente que unía los dos países.
También recuerdo que me dijiste que solo creías en los hasta que las puertas nos separen y sé que no te referías a ninguna puerta física: te referías a las puertas de ambos mundos, el tuyo, el mío.
Supongo que el portazo al irte solo era una forma de recordármelo todo: la llave con la que decidí cerrar mi mundo (sin siquiera darme cuenta), el cerrajero al que llamaste, el timbre que estaba ahí para decorar, las cartas debajo del felpudo…

2 comentarios:

  1. Te adoro.
    Y esto es un mensaje no solo para ti y tus hoyuelos sino para cada una de tus letras.

    ResponderEliminar