Entre la espada y el espejo.
Estoy atrapada en el punto medio del pasillo que me lleva de
mi prisión a la libertad, ansiando no huir, pero viendo la luz entrar por las
rejas.
Cada vez que veo un pájaro me imagino el latir de su corazón
en mi mano, el poder que el ser humano cree poseer por encima del resto de
animales.
Estoy estancada en el punto medio del túnel: a un lado, la
oscuridad; al otro, la libertad.
La vida solo es difícil cuando tienes que decidir; vivir
preso es fácil. Vivir preso de alguien lo es aún más.
Las complicaciones vienen cuando te dejan ser libre, decidir
entre el cielo o el suelo.
¿Quién no quiere la libertad?
Asumimos ser libres sin saber siquiera si realmente es así:
somos ingenuos libres sabidos presos en celdas ajenas.
La libertad no es más que el beso que das antes del ¡gilipollas!, acompañado de una
bofetada.
La libertad es poder decidir entre ventana o salto.
Ser libre no es más
que una invención.
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