domingo, 23 de junio de 2013

Punto y final.

El olor del tabaco llegaba hasta mí, a través de ese humo que no era del todo gris. Pude apreciar nostalgia y tristeza en su mirada. Ojeras, ojos entrecerrados, maquillaje mal puesto… Todo parecía indicar unos malos días, pese a tener una sonrisa torcida de oreja a oreja brillando mas no brillando en todo su esplendor. Cualquiera que la viera desde fuera hubiera dicho que parecía feliz. Yo, que la conocía, podía afirmar todo lo contrario. Sobre todo por el tabaco: cuando era feliz no fumaba, creía que acortaba la vida y que no debía desaprovechar 7 minutos, los que perdía de su vida con cada cigarro, por puro capricho y gusto. Mas si estaba triste podía fumar más de lo que os podéis llegar a imaginar. Lo hacía para acortarse la vida, para acabar con esa tortura, para reducir 7 minutos más su corta existencia en ese terrible lugar. En esas últimas semanas había empezado a fumar compulsivamente y, sin que nadie se diera cuenta, había empezado a morir de verdad.
Estaba escribiendo un punto y final en su vida.

1 comentario:

  1. Dioooos, me encanta esta entrada.
    Te prometí que leería tu blog, pero se me olvidó jo. Aunque ahora te digo que merece la pena y que es muy bueno. Asfghsjk.

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