Un abrazo. Un largo abrazo. De esos que no quieres que acaben nunca. De esos en los que te dejas todas tus fuerzas apretando fuertemente a la otra persona. De esos silenciosos, con algún que otro llanto. De esos que llevas esperando tanto tiempo dar. De esos que echas de menos durante el día a día. De esos con los cuales te olvidas del resto, de todos tus problemas, de todo lo que te ha pasado, solo piensas en abrazar a esa persona y no soltarla nunca.
Pero notas como la otra persona empieza a aflojar los brazos así que decides hacer caso y terminar con ese abrazo que te ha parecido corto aun haber sido larguísimo. Y sonríes como nunca lo has hecho, porque nunca has sido tan feliz. El brillo de tus ojos ha empezado a volver y para quedarse.
Te quiero mucho, espíritu sin nombre. Siempre. Siempre. No te voy a dejar nunca. Te quiero, amarilla. Te quiero, diamante. Te quiero, Andrea.
ResponderEliminarUna entrada feliz y perfecta :) me ha encantado
ResponderEliminarmuchos besos, pequeña piececita :D