- ¿Crees que es feliz? – le pregunté
a la chica que tenía sentada al lado, sin importarme mucho quien fuera.
- Sí. Seguro que es feliz. Sonríe
mucho. Y ríe libremente, como si no tuviera preocupaciones. Es feliz – me dijo,
segura de si misma.
¡Qué ilusa! Creía que era feliz. Me
venían ganas de gritarle ‘¡Sonrisas falsas existen, gente que sabe mentir también!’,
pero no lo hice. Era increíble la capacidad que tenía esa pelirroja de mentir a
la gente, de actuar, de hacerles creer que estaba bien. Era imposible que nadie
se diera cuenta. ¿Cómo podían ser tan ingenuos y creerse todo lo que decía? ¿Cómo
podían creerse esos ‘bien’ que soltaba cada vez que alguien le preguntaba cómo
estaba?
- Sí, lo es – corroboré yo, como
estúpido.
Y ella seguía saltando. Haciendo ver
que era feliz. Sonriendo sin parar. Riendo como si no hubiera mañana. Y quizá
ella misma había decidido que no había mañana para ella.
Tengo el honor de ser el primero que comentar y decirte que tus entradas, la verdad, enganchan. Venía aquí por dos motivos, decirte que tu blog me encanta, ya que casi siento cada palabra que escribes, y otra... No tan buena.
ResponderEliminarSolo os quería comentar que a los pocos que me seguís os voy a mandar este mensaje informándoos de que mi blog, el de Teclado de un adolescente, lo voy a eliminar por ciertos motivos que algunos conocéis y otros no tanto.
No me voy porque ahí va la sorpresa, voy a ir publicando la que quiero que sea mi primera novela y bueno, me iré pasando por aquí para informaros.
Fuerza y pasión en cada letra, nos hace falta.