Morderte el
alma,
romper
cualquier tipo de calma
que dentro
de ti haya;
hacer
cualquier cosa para dejarte sin habla
y que para
responderme no encuentres palabras;
quedarme la
noche mirándote hasta el alba,
despertarte
cada mañana;
trazar mil
caminos
que me
lleven a tu ombligo;
reducir el
trecho
que me aleja
de tu pecho,
yéndome por
las ramas
y que estas
me lleven a tu cama;
dormir entre
tus cabellos
y sentirme
en el cielo,
como cuando
ando entre tus besos
o te susurro
en la oreja unos versos
mientras te
digo lo mucho que te quiero:
todo eso
quiero yo hacer contigo
Y, puestos a
pedir,
como muy
bien dijo Neruda:
‘Quiero
hacer contigo
lo que la
primavera hace con los cerezos’,
porque lo
quiero, sin duda alguna.
Como un niño
pequeño
que es feliz
con un juego.
Así yo me
siento
cuando te
tengo de nuevo.
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