Su media melena azabache se dejaba caer, como quien no quiere la cosa, hasta sus hombros, chocando con estos, como las olas azotan las rocas. Su oscuro flequillo caía recto hacia abajo, antesala de la octava maravilla que eran sus ojos.
Dos ventanas al mar se abrían en mitad de
su nevado rostro y parecía no ser consciente de ello. Si te fijabas, podías
llegar a percibir el movimiento incesante de las olas, su eterno vaivén.
También podías llegar a ver gaviotas volando a sus anchas, cangrejos bailando
en la arena y algún que otro turista que había preferido la playa a la piscina
abarrotada de su hotel.
Las olas de sus ojos seguían el ritmo
marcado por sus pestañas, mojando la arena cada vez que el párpado bajaba, y
alejándose de los atrevidos que tomaban el sol a las doce del mediodía, cada
vez que el párpado subía.
Millones de pecas bailaban en sus mejillas
al son de su parpadeo, tropezando unas con otras, equivocándose de pareja,
pisándose. Algunas, atrevidas ellas, se divertían huyendo de la pista de baile
que les había sido otorgada, escapándose, llegando a todos los rincones de su
cara. ¡Qué desobedientes podían llegar a ser unas pecas! ¡Pero qué caos, qué
desorden, qué descontrol!
Una sonrisa indescriptible se abría paso
entre sus rosados labios, dando lugar a unos hoyuelos, en los que acababan
resbalando algunas de sus pecas bailarinas. Pero las que caían no tenían
motivos para quejarse: era un buen lugar para descansar, con sombra y una
ligera brisa, con el sonido del mar de fondo.
Sus uñas eran pétalos de flores que
adornaban las ramas que eran sus dedos.
Le gustaba bailar bajo la lluvia, sin
saber que la llevaba consigo allá donde fuera.
Era un huracán de emociones que nunca
estaba quieto, siempre encontraba alguna persona a la que arrollar con sus
risas escandalosas y su sorprendente espontaneidad.
Era capaz de eso y de mucho más.
Era mágica.
Era Magia.
Pero se llamaba Abril y hacía de todos los
meses primavera.
Era una niña en el cuerpo de una mujer. O
quizá era al revés. Han llovido tantas otras desde entonces…su recuerdo se lo
ha ido llevando el viento, junto con todas aquellas palabras que me dedicó e
hicieron eco en mí.
Sencillamente precioso
ResponderEliminar¡Gracias!
EliminarQue hermoso relato :)
ResponderEliminarUn beso grande!!
bonjoursamy.blogspot.com
Muchas gracias, bonita. ¡Besos!
EliminarAcabo de dar con tu blog y me ha parecido una auténtica pasada, tanto que he tenido que leer casi todas las entradas de estos últimos dos años. Epitafio pueril y esta son mis entradas favoritas.
ResponderEliminarNo hay negación posible al decir que escribes maravillosamente. Si Neruda levantase la cabeza estoy seguro de que estaría orgulloso de gente así.
Un abrazo muy grande y ojalá escribas pronto.
¡Saludos!
¡Qué casualidad!, porque esas dos también son de mis favoritas. ¡Muchas gracias por tu comentario! Un beso.
Eliminar