El
ligero crujido de la madera del suelo producido por las pequeñas patas de un
gato me despiertas de mis pensamientos. Sacudo la cabeza, como si pudiera
quitarme los problemas de encima, como si así me deshiciera de ellos. ‘Ojalá
fueran las cosas tan fáciles como para ti’, digo mirando esa pequeña pelusa
negra de ojos verdes. ‘Debe ser tu culpa toda esta mala suerte’.
Suelto
un largo suspiro con el que se van (o deberían irse) todas mis preocupaciones.
Me levanto de la vieja cama que cruje al dejar de sentir mi peso. Me acerco al
escritorio que se encuentra frente a la ventana. Observo detenidamente el
pequeño cuaderno de tapas negras colocado perfectamente en el centro como si
alguien lo hubiera medido todo.
Abro
el cuaderno con la mayor delicadeza del mundo, con cuidado, no quiero dañarlo.
Empiezo a pasar páginas y cuanto más avanzo, más me sorprendo.
Letra
cursiva, a mano. Yo ya conozco esa letra. Quizá demasiado bien. Todo el
cuaderno está lleno. Algunas páginas parecen haberse mojado (lágrimas, quién
sabe). Llego al final de todo ese conjunto de noches en vela, mañanas
silenciosas, tardes tristes…
‘Sé que es demasiado tarde. Lo sé. Solo quería
decirte por enésima vez lo mucho que me has llegado.’
Genial, perfecto.
ResponderEliminarAquí tu fan número uno: increíble. Perfecto. Ojalá yo pudiese escribir así. Enhorabuena, tienes un don.
ResponderEliminarSoy la de twitter, la que te ha dicho que tus entradas son amor. Pues eso, que escribes muy bien y que todo es muy asdfgjjkl.
ResponderEliminarPor cierto, ya que por mi TL me haces spam, ahora te lo hago yo a ti.
inviernosdondetodoesrojo.blogspot.com
Buf, dime que me vas ha hacer caso en lo de intentar escribir un libro, por favor.
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