lunes, 3 de febrero de 2014

Letra cursiva encerrada entre tapas negras.

El ligero crujido de la madera del suelo producido por las pequeñas patas de un gato me despiertas de mis pensamientos. Sacudo la cabeza, como si pudiera quitarme los problemas de encima, como si así me deshiciera de ellos. ‘Ojalá fueran las cosas tan fáciles como para ti’, digo mirando esa pequeña pelusa negra de ojos verdes. ‘Debe ser tu culpa toda esta mala suerte’.
Suelto un largo suspiro con el que se van (o deberían irse) todas mis preocupaciones. Me levanto de la vieja cama que cruje al dejar de sentir mi peso. Me acerco al escritorio que se encuentra frente a la ventana. Observo detenidamente el pequeño cuaderno de tapas negras colocado perfectamente en el centro como si alguien lo hubiera medido todo.
Abro el cuaderno con la mayor delicadeza del mundo, con cuidado, no quiero dañarlo. Empiezo a pasar páginas y cuanto más avanzo, más me sorprendo.
Letra cursiva, a mano. Yo ya conozco esa letra. Quizá demasiado bien. Todo el cuaderno está lleno. Algunas páginas parecen haberse mojado (lágrimas, quién sabe). Llego al final de todo ese conjunto de noches en vela, mañanas silenciosas, tardes tristes…

Sé que es demasiado tarde. Lo sé. Solo quería decirte por enésima vez lo mucho que me has llegado.’

4 comentarios:

  1. Aquí tu fan número uno: increíble. Perfecto. Ojalá yo pudiese escribir así. Enhorabuena, tienes un don.

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  2. Soy la de twitter, la que te ha dicho que tus entradas son amor. Pues eso, que escribes muy bien y que todo es muy asdfgjjkl.
    Por cierto, ya que por mi TL me haces spam, ahora te lo hago yo a ti.
    inviernosdondetodoesrojo.blogspot.com

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  3. Buf, dime que me vas ha hacer caso en lo de intentar escribir un libro, por favor.

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